Skip to main content

Mario Barros (Lenguaviva). Profesor universitario, comediante y escritor humorístico cubano-americano.
Pueden seguirlo en Facebook (Mario Barros Lenguaviva) y a su amigo Obdulio en Instagram (obdulioduparol). 

Mi amigo de siempre, el sin par Obdulio Duparol, me ve escribiendo esta primera entrega para Dinamita y, curioso, me pregunta:
-¿Y por qué “chapoteando”? ¿No pudiste usar otro verbo con menos salpicaduras?
-Te explico: vivimos en Miami. Somos el jamón-y-queso de un sándwich cuyas tapas son el Atlántico y los Everglades. Y, por si fuera poco, toda la ciudad está llena de canales, lagos y piscinas. Si algo nos sobra, es agua.
-Ya veo. Vas a escribir una columna sobre hidrología para Dinamita.
Miro a mi amigo con cara de ¿serás-tonto-Obdu? y estoy a punto de decírselo, pero me contengo y trato de sonar persuasivo.
-Te explico de nuevo. Creo que en el colegio aprendiste que no tienes que interpretar literalmente todo lo que lees.
-¿Ni los tuits del Trump?
-Bueno, en esos puedes interpretar exactamente lo contrario. Pero volviendo a lo nuestro, como bien sabes, a veces las palabras se usan con más de un significado.
-¿Y ese es el caso de tu… chapoteo?
-Claro. “Chapotear” aquí quiere decir conversar, hablar, platicar.
-O sea, vas a contar historias sobre Miami, una ciudad dónde lo único que abundan son los carros y las autopistas.
-Y el agua.
-Ta bien, y el agua. ¡Vas a resultar muy aburrido, brother!
-Naaa. Voy a chapotear sobre otros muchos temas. Pero siempre desde la óptica de un cubano de Miami. Un cubano distinto, por cierto.
-Dos cubanos distintos. Porque a mí no me vas a dejar fuera del chapoteo.
Me detengo, esbozo una sonrisita que rápidamente se
convierte en mueca y le recuerdo:
-¿No te basta con quitarme el protagonismo en Facebook e Instagram?
-Vamos, tú sabes que los fans me siguen a MÍ, no a TÍ. Yo te doy las ideas y tú escribes, como siempre hemos hecho.
Me da rabia confesarlo, pero mi amigo está en lo cierto. Tal parece que, en estos tiempos, la frivolidad atrae más que el pensamiento. ¿O no será que siempre ha sido así?
Miro a mi amigo con ojos resignados y pienso, “No hay remedio, tendré que seguir en el tándem con Obdulio”.
Esbozo otra sonrisita, esta vez fingida, y le digo:
-Tienes razón.

Conclusión: el chapoteo les va a llegar escrito a cuatro manos.
Estuve tentado de agregar “y dos cerebros”, pero eso sería darle demasiado crédito al Obdu.

Leave a Reply