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Querido nieto:
Después de los largos viajes en mi camión, el estrés y tanto agotamiento decidí tomar unas vacaciones donde tu hermano en Greenville, Carolina del Sur.

El primer día tuve una experiencia religiosa muy buena, que quería compartir contigo. Fui a la tienda con tu hermano y allí encontré una calcomanía para el camión que decía “TOCA LA BOCINA SI AMAS A DIOS”. Dado que había tenido unos días muy malos, decidí comprarla y pegarla en mi camión.

Al salir manejando, llegué a un cruce de dos avenidas que estaba muy complicado, con muchos autos. La temperatura exterior era de 37 grados y era la hora de salida de las oficinas. Allí me quedé parado, porque la luz estaba roja, pensando en el Señor y como el es bueno por que me habia brindado esos días de descanso.

No me di cuenta que la luz se había puesto verde, pero descubrí que muchos otros aman al Señor porque inmediatamente comenzaron a sonar las bocinas.

La persona que estaba detrás de mí camión era sin duda muy religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar y me gritaba: DALE, POR EL AMOR DE DIOS. Dirigidos por él, todos hacían sonar la bocina. Yo les sonreí y los saludaba con la mano a través de la ventanilla.

Vi que otro muchacho me saludaba de una manera muy particular levantando solo el dedo medio de la mano. Le pregunté a tu hermano, que quería decir ese saludo.

Me contestó que era un saludo Hawaiano de buena suerte. Entonces yo saqué mi mano por la ventana y saludé a todos de la misma manera.
Tu hermano se doblaba de la risa, supongo que por la bella experiencia religiosa que estaba viviendo.

Dos hombres de un auto cercano, se bajaron y comenzaron a caminar hacia mi auto, creo que para rezar conmigo o para preguntarme a que templo voy. Pero en ese momento fue que vi que la luz estaba verde.

Entonces saludé a todos mis hermanos y hermanas y pasé la luz.
Luego de cruzar, noté que el único auto que había podido pasar era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en rojo, y me sentí triste de dejarlos allí después de todo el amor que habíamos compartido.

Por lo tanto, paré el camion, me bajé, los saludé a todos con el saludo hawaiano por última vez y me fui.

Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres.

Besos.
Tu abuelo.

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