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Una señora venía en un vuelo desde Irlanda, sentada junto a un cura. Antes de aterrizar,
la mujer le preguntó al religioso si le podía hacer un favor.

Por supuesto hija, ¿qué puedo hacer por ti?

Mire padre, le llevo de regalo una plancha para el cabello a mi mamá. Viene en una caja cerrada y temo que por el sobrepeso me la quiten en la aduana. ¿Sería posible que la pase usted por mi?

mmm sí… podría llevarla debajo de la sotana. Pero debo advertirte hija mía que no puedo decir nada que no sea verdad.

No se preocupe Padre, con su investidura nadie se atreverá a revisarlo.

LLegados al puesto de Aduana, el oficial preguntó:

¿Padre, trae algo que declarar?

De la cintura para arriba no tengo nada que declarar -dijo el sacerdote.

Sorprendido por la respuesta el oficial de Migraciones insistió:

¿Y qué tiene que declarar de la cintura para abajo?

Llevo un maravilloso instrumento diseñado para ser usado por las mujeres, pero hasta este momento permanece sin estrenar.

Con una sonora carcajada le dijo el oficial: ¡ADELANTE PADRE! …
el que sigue.

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