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Por Francisco Puñal Suárez

El dibujante mexicano Darío Castillejos Lázcares, nacido en Oaxaca, es un poeta de la imagen humorística. Sus dibujos, con una técnica impecable, tienen un compromiso con la imaginación y la  crítica social. Su obra ha recibido incontables reconocimientos en su país, y también en el extranjero. La ironía y la sátira son elementos presentes en sus caricaturas.

En agosto del 2011,  Darío,  que publica sus diseños en el diario El Imparcial de Oaxaca,  recibía una noticia de gran repercusión en su carrera profesional: había ganado el  Primer premio en la categoría Humor y el Gran Premio en el  38º Salón Internacional de Humor de Piracicaba, Brasil, con una caricatura de un hombre pobre que pide dinero y tiene un espejo en su cara.

Aunque la escena –expresa Darío- ha sido presentada en infinidad de maneras, temas como estos llegan a ser inagotables cuando se abordan desde una perspectiva distinta y personal. La crisis de las potencias económicas ha golpeado de manera importante  a los países latinoamericanos, dejando a muchas familias en la indefensión. El egoísmo, el despilfarro, la corrupción y el cinismo de los poderosos han eliminado la posibilidad de crecimiento para muchos pueblos. Si  nos reflejáramos cada uno en la necesidad del otro quizás las cosas fueran muy distintas.

Me gusta abordar –añade Darío- los temas que nos causan incomodidad, aquellos de los que no hablamos en voz alta, pero que están en el rumor público. Trato siempre de abordar la política con escepticismo y humor, con la intención no solo de denunciar sino de que se pueda hacer un  ejercicio de reflexión en cada caricatura. Nuestra obra es un contrapeso social al poder, en todas sus manifestaciones. La crítica es necesaria en una sociedad que aspire a la democracia, y el humor es  un buen estimulante para despertar la conciencia.

La caricatura en México tiene una larga tradición en la prensa,  sin embargo, actualmente,  muchos caricaturistas no pueden vivir de su obra. Además,  el clima de violencia que se vive en el país ha puesto en riesgo a todos los trabajadores de la prensa incluidos los humoristas gráficos –finaliza.

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