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Por Francisco Puñal Suárez

Elegí el humor gráfico como una herramienta de trabajo, porque me gusta diseñar y observar el mundo de manera crítica. Dibujo caricaturas para acreditar que mi labor cuenta la historia de la sociedad de una manera divertida, lúdica y satírica. Mi función como caricaturista es ver siempre el lado peor de las hechos, de las guerras, de la contaminación ambiental que afecta al planeta…Cuando tengo un papel en blanco y un lápiz  para hacer una caricatura, me gusta referirme a la causa de los hechos. Me interesa combatir la desigualdad social y la intolerancia, además de abordar las relaciones humanas y sociales  –expresa el dibujante brasileño Samuel Rubens de Andrade, más conocido por Samuca.

Nacido en la ciudad de Recife, estado de Pernambuco, nordeste de Brasil, Samuca estudió en la facultad de diseño gráfico, pero se considera un autodidacta del dibujo, pues aprendió leyendo y observando la obra de diseñadores del mundo entero. Comenzó su carrera profesional en 1984 en el periódico alternativo O Rei da Noticia y desde el 2006 es caricaturista de opinión del Diario de Pernambuco. En el 2000 lanzó el libro “Humor do Fim do Século”, junto a otros cuatro dibujantes  pernambucanos, seleccionado como el mejor volumen de caricaturas de opinión. Ese mismo año fundó la Asociación de Caricaturistas de Pernambuco, de la cual es el actual presidente. Dibujos suyos fueron seleccionados en el World Press Cartoon, de Sintra, Portugal,  en el 2006, 2008 y 2009. En el 2011 obtuvo en ese prestigioso evento el primer premio en caricatura de opinión, con un dibujo que denunciaba a los curas pedófilos. En el 2009 lanzó Sem Palabras,  su segundo libro de caricaturas. En el 2012 organizó el I Salón Internacional de Humor Gráfico de Pernambuco, con el tema Mujer. En el 2013 ganó el premio  Cristina Tavares de Periodismo, en la categoría de opinión. 

El humor revela –dice Samuca- lo que se esconde debajo del tapete. Coloca el dedo en la herida. Lleva a la sociedad a reflexionar sobre los problemas del mundo mediante la risa. Con la sátira, el caricaturista fustiga los abusos de poder, la intolerancia, las guerras,  la destrucción de la naturaleza, la injusticia, la corrupción… La caricatura tiene un poder de síntesis muy grande, tiene la capacidad de provocar y mostrar que “el Rey está desnudo”.

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