Por El Francotirador
El día de las Madres es todos los días del calendario: no alcanzan los minutos y las horas para venerar a ese ser especial que es capaz de hacer cualquier sacrificio por sus hijos, por sus nietos, por su familia. En ellas hay más que una entrega total: ellas son la representación del amor sin límites, sin pedir nada a cambio. Engendrar una vida, llevar nueve meses en su vientre un nuevo ser, y alumbrarlo, es ya de por si un gesto inconmensurable, la prueba incondicional de amor a la vida. Sin olvidar a las que, con toda responsabilidad y afecto, han adoptado o criado un ser, que las ha llenado de felicidad.
Al buscar datos históricos de la fecha en Estados Unidos, encontramos que en 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclamación del Día de la Madre, un apasionado llamado a la paz y al desarme, con un claro contenido antibélico, motivada por la guerra franco-prusiana, en el que expresaba: “¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas!” Digan con firmeza: ‘No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantesa. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia’. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice ‘¡Desarma! ¡Desarma!’ La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión”.
Y continuaba: “En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales”.
Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza.
De todos modos, en 1873, mujeres en 18 ciudades estadounidenses realizaron una reunión del Día de la Madre. Boston lo siguió celebrando durante al menos una década más. Al paso de los años, se fueron apagando más festejos. Howe continuó trabajando por otras vías por los derechos de las mujeres y por la paz. El 12 de mayo de 1907 dos años después de la muerte de su madre, Ana Jarvis quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un Día de la Madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos.
En 1914, el presidente Woodrow Wilson declaró oficialmente el Día de las Madres en Estados Unidos.
Esta festividad se celebra en distintas fechas según el país. El segundo domingo de mayo es el escogido en países como Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Perú, Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, Brasil, Cuba, Filipinas, Italia, entre otros.
Ahora bien, esta celebración sufre hoy en día el síndrome de la comercialización exagerada, una característica que desnaturaliza en cierto sentido la verdadera esencia de esa tradición. Los comercios, como es habitual, desarrollan sus campañas de marketing, para sacar el más amplio beneficio. Y es normal que pensemos en un lindo regalo para nuestra madre, pero realmente que sea para ella, para su disfrute. ¡Y por favor, no pensemos exclusivamente en un utensilio de cocina! No tiene que ser algo grandioso, pero sí un motivo para recordar esa fecha. Como bien señala, de forma irónica nuestra portada, contra el machismo, la fecha se puede convertir desgraciadamente en un pretexto para comprar efectos electrodomésticos u otros objetos que muy poco pueden disfrutar las madres, que viven entregadas al trabajo fuera de la casa, y en el hogar, cuando regresan de la jornada laboral.
El mejor regalo a la Madre es el respeto, la consideración, el cariño diario, que debemos profesarle, junto al abrazo sincero y afectuoso de cada día. Y si estamos lejos de ella, una llamada, un mensaje, un whatsapp, pueden llenarla de alegría y satisfacción. Ese tipo de noticia es el que alimenta su corazón colmado de bondad.
Y no debemos olvidar a la suegra, o segunda mamá, quien trajo al mundo a nuestra pareja, con las que bregamos diariamente por alcanzar nuestras metas.
Oremos por todas las mamás, las que están y las que ya no están presentes, pero que nos dejaron el aliento de la vida y la alegría.
¡Dinamita, que en este día no deja de pensar en esos seres maravillosos, se suma a esta festividad, con más humor e información, y con el mayor deseo de salud y bienestar para todas!