Un tipo va al África y, para no sentirse tan solo, decide llevar a su perro. El primer día del safari, el animal, muy contento, se pone a corretear mariposas y cuando menos se lo esperó ya se había separado del grupo.
El can, desesperado, empezó a buscarlos cuando, en eso, ve que una pantera muy enfurecida se dirigía hacia él dispuesto a comérselo.
Asustado, rápidamente piensa qué hacer; ve unos huesos que estaban junto a él y los empieza a morder. Justo cuando la pantera lo iba a atacar, el perro exclama:
“¡Mmmmmm, qué rica pantera me acabo de comer!”
La pantera, al escuchar eso, se frena con estruendo y huye muy asustada mascullando:
“¡Perro tonto, por poco y me come a mí también!”
Pero arriba de un árbol, estaba un mono que vio todo lo que había pasado. Éste se baja muy rápido y va tras la pantera para chismearle todo lo que vio. Al escuchar aquello, la pantera, muy enojada, le ordena al mono:
“Súbete, vamos donde el perro para ver quién se come a quién”.
El sabueso se da cuenta que la pantera viene, con el simio trepado, dispuesta a todo. En un instante, el perro adivina que el mono fue con el chisme pero en lugar de correr, se da la vuelta como si no hubiera visto nada. Cuando la pantera ya lo iba a atacar, el perro se queja:
“¡Mono tonto, ya tiene como media hora que lo mandé por otra pantera y todavía no regresa!”