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Por Francisco Puñal Suárez

En sus imágenes desarrolla su imaginación de una manera portentosa, que busca un resquicio entre la realidad y la irrealidad, con una carga simbólica y sustento artístico: un globo terráqueo con una careta
antigas, un tenedor que se asemeja a una mano crucificada, una bala convertida en cigarrillo en un cenicero, una jeringuilla con un sacacorchos como aguja… Las fotos de García de Marina (Gijón, España, 1975) me atraen por ser sugerentes, por su refinada agudeza, señalamientos críticos y también por su humor, entre otros elementos. No podemos dejar de mencionar que el humor gráfico no sólo contempla la caricatura, sino también la fotografía. Cada imagen suya nos sorprende por los trastoques de valores que representa, que nos obligan a ejercitar la mente y descubrir un nuevo orden, nos invita a romper estereotipos y sumergirnos en un mundo con cuotas de surrealismo, absurdo y desconcierto.
Establecer relaciones insospechadas entre objetos es el meollo del asunto. Una idea, no es ni más ni menos que una nueva combinación de elementos viejos, y es esa condición, que con inteligencia y sagacidad, producto de su mente, García Medina refleja en su obra, basada en la investigación y
que da sentido a su poesía visual. La desnudez de su fotografía deja todo el protagonismo a los objetos que son despojados de su esencia, para ser reinventados, sin realizar ninguna manipulación fotográfica.
“Durante todo este tiempo –expresa García de Marina- me he dado cuenta que la generación de ideas en mi caso particular viene dado por ser una persona muy curiosa y de tratar de observar todo lo que sucede a mi alrededor”. “Las ideas pueden venir –añade- de cualquier lugar, de una conversación,
de una película, de una canción, de algún objeto que alguien ha dejado accidentalmente de una forma
determinada o simplemente de la casualidad. Acostumbro a tomar notas de pequeños detalles que observo o de ideas que me vienen a la cabeza, que no tienen por qué definir una imagen final en sí, pero hace que pueda llegar a asociarlos a otros elementos o pensamientos en el futuro. Es como un diamante en bruto que hay que llegar a pulir”. “Posteriormente esa idea –dice- llegará a convertirse en un concepto que se llevará a cabo buscando el objeto apropiado para realizarla. El proceso en ocasiones no está muy
claro, puedo tener un objeto al que debo darle solución con un concepto y en otras ocasiones llego a una
conclusión y debo buscar un objeto para llevarla a cabo. En la mayoría de los casos es como enfrentarse a un papel en blanco”. Fue en el 2010, que la pasión por la fotografía lo subyugó definitivamente,
y en un tiempo breve García de Marina, de formación autodidacta, ha participado en diversos Festivales
de Fotografía, en España, Estados Unidos, Rumanía, Grecia, Argentina, Suecia, y Emiratos Árabes, entre
otros. También ha expuesto sus fotos en el Instituto Cervantes de Belgrado, Serbia; en la “Galería Noon Powell Fine Art”, de Londres, y en la “Galería Flo Peters de Hamburgo”. Sus fotos son una loa a la libertad
de creación, y a la poesía. Con ellas pretende que seamos capaces de mirar con atención y descubrir
cómo una relación insólita entre los objetos puede hacernos reflexionar y emocionarnos.

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