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El bajo rendimiento escolar de un alumno puede estar causado por muchos factores así que la solución o tratamiento siempre deberá ser individualizado.

¿Cuándo podemos hablar de “bajo rendimiento escolar”?

Cuando los resultados académicos, traducidos en calificaciones, no son satisfactorios. Las notas del cole, entregadas al final de los trimestres, son bajas, en definitiva.
Podríamos matizar diferencias entre el bajo rendimiento escolar y el llamado “fracaso escolar”. En este segundo caso, además de obtener pobres resultados académicos, el alumno sigue una escolaridad problemática, sin adaptarse al colegio.

Los niños con bajo rendimiento escolar pueden ser de perfiles muy diferentes: los hay muy trabajadores (aunque no les resulta productivo), los hay pasivos, que no terminan de implicarse en las dinámicas de clase, y, finalmente, los hay con considerables problemas de adaptación y con facilidad para entrar en conflictos.

Causas del bajo rendimiento escolar

Las causas del bajo rendimiento escolar pueden ser muy diversas, estos son algunos de los factores que influyen:

Factores físicos:
Son niños con dificultades concretas, por deficiencias físicas, que pueden traer consigo también dificultades cognitivas. Tienen impedimentos muy determinados para adquirir conocimientos, como problemas auditivos, visuales, de integración corporal…
Pueden padecer o padecieron en su día enfermedades que les mermaron la capacidad de atención o tienen algún síndrome.

En este grupo también incluimos alumnos con bajo rendimiento escolar, que llevan consigo dificultades muy de base (procedentes por ejemplo de partos traumáticos, enfermedades, ingresos hospitalario a los meses de vida…), de las que nadie se ha dado cuenta en su momento.

En estos casos hay un claro déficit cognitivo producto de una mala integración de la información por fallos tempranos en las formas de recibir y procesar la misma. Son niños que no terminan de oír bien, o no terminan de ver bien, por ejemplo, pero que han pasado las revisiones médicas rutinarias con normalidad y se los ve capaces y con recursos porque han sabido compensar muy bien sus carencias.

En estas situaciones es imprescindible la detección precoz, porque de no ser así pueden pasar por niños despistados o perezosos y recibir injustamente reprimendas por no tener otra actitud frente a los estudios.

Gracias a los avances en la detección precoz, con ayuda de disciplinas como la optometría, la audiopsicofonología, la psicomotricidad, por ejemplo, podemos actualmente situarnos con mucho mayor conocimiento de causa ante niños que nos llaman la atención por su pésimo rendimiento en el cole.

Estos casos suelen ser estudiados a fondo desde equipos multidisciplinares para realizar la adaptación curricular pertinente. El alumno puede ir creciendo a su ritmo, en un camino diferente del de la norma, pero que le permite desarrollar sus potencialidades. Es imprescindible la estrecha colaboración familia-escuela.

Factores psicológicos:
Niños sanos físicamente pero emocionalmente frágiles. Su maduración psico-afectiva, por motivos varios, se ha visto afectada. Tienen las capacidades, los recursos, pero no pueden aplicarlos porque están bloqueados.

Esta situación puede ser puntual (pérdida de un ser querido, cambios importantes en casa, separación de los padres…) o algo cronificado (mal ambiente en casa desde siempre).

En estos casos, en principio más complejos que los anteriores, la intervención del servicio de psicopedagogía del centro, conjuntamente con la labor del tutor del alumno, es básica para situar a la familia y poder realizar un camino conjunto de ayuda al alumno.

Entre las “etiquetas” que nos podemos encontrar estarían la depresión, trastorno de atención con o sin hiperactividad, trastorno de adaptación, trastornos de espectro autista (aunque los síndromes de Asperger suelen ser espectacularmente brillantes académicamente), esquizofrenia (aplica más en adolescentes).

Factores sociales:
Casos de niños procedentes de familias de muy bajo poder adquisitivo y muy bajo nivel cultural. Los pequeños se empapan en casa de un ambiente que nada tiene que ver con lo que viven en el colegio, que puede resultarles totalmente ajeno a sus intereses.

En estos casos, una buena intervención desde servicios sociales puede realizar un trabajo con todo el sistema familiar y escolar, favoreciendo la integración de estos dos mundos.

¿Cómo se trabaja con estos niños?

Ya lo hemos ido señalando en cada caso, pero destaco aquí especialmente la necesidad de que el sistema escolar contemple seriamente, además de los conocimientos académicos:

  • La educación de las emociones y la expresión.
  • El cultivo del gusto por aprender a partir de aprendizajes significativos y ajustados al nivel del estudiante.
  • El desarrollo de habilidades sociales.

Una información para reflexionar…

Sabemos que más de un personaje brillante fue tenido por muy mal estudiante en el colegio: Albert Einstein, Stephen Hawking, John Gurdon, entre otros muchos.

Encarna Leiva Prados
Psicóloga y terapeuta, especialista en intervención preventiva, psicomotricidad, crianza y educación.

www.enbuenasmanos.com

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