Roberto, me enteré de que dejaste de beber. ¿Es cierto?
-Es cierto.
Ni una gota más.
-¡Te felicito! ¡Qué fuerza de voluntad!
-¿Fuerza de voluntad? ¡No! Es que
un día volví a casa con una borrachera tremenda, me abrió la puerta mi suegra y… ¡la vi doble!